Existen en Breve inventario de magia, no menos de tres relatos que responden a una extravagante e innecesaria voluntad de reinterpretar la realidad. Llamaré a estos simulacros, si se me permite la invención del término, alternotopías, lo que viene a significar versiones alternativas a aquella otra Historia que recogen los manuales, de una manera más o menos aceptada. Supongo que con bastante facilidad, reconoceréis algunas de estas tentativas en los relatos “Vidas tru[n]cadas”, “Un mago en ciernes” y “El mensaje secreto de Houdini a Sir Arthur Conan Doyle”. No exagero si os digo que el punto de partida de los mismos no es otro que el divertimento. Me parecía sugestiva la idea de tomar cualquier evento histórico y transformarlo de alguna u otra forma en un relato de tintes pseudomágicos (aunque mi torpeza no haya alcanzado en alguna ocasión más allá de lo pseudocómico). Al mismo tiempo y para el caso que nos ocupa, la noticia histórica así tergiversada cobra una dimensión especial y espacial en tanto se hace posible en la literatura y (desde las páginas de este libro) ocupa ya y para siempre un lugar en la misma. Bastará entonces concitar unas dosis adecuadas del consabido pacto de ficción para determinar que lo narrado es así mismo lo acontecido. No sé si la literatura tiene como fin el de llenar los huecos de la Historia – ese es el sentido que Borges le confiere - o simplemente de abrir huecos de insondable duda en el tupido velo que la constituye, pero para evitar males mayores, mis relatos no pretenden, en último extremo, plantear vías disociadas de impredecibles consecuencias en la Historia sino que por el contario se adecuan a los hechos y los hacen posibles e inalterados más allá de sus variantes. (Otra de mis ilustraciones para la serie realizada para la “Antología interactiva DiVersos” publicada por la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Córdoba con la colaboración del Instituto Andaluz de la Juventud)
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