El síndrome (relato inédito)
Aturdido por las interminables
sesiones de tortura, abrazaba, en la silente oscuridad de la celda de
inhibición ludocultural, los retazos inconexos de mi mente, fragmentos aún
vivos de cordura. Mientras, me preguntaba cuánto tiempo más emplearían en
nuestra re-educación. Nosotros defenderíamos nuestra inocencia hasta la
extenuación pues no considerábamos el síndrome como un delito sino como una
enfermedad. Desgraciadamente, el hecho de no asistir al estadio el domingo o
como ellos preferían llamarlo, Síndrome de Repulsión Anti-Gregaria, estaba
claramente tipificado en el código de la Confederación Mundial de Fútbol como
una forma peligrosa de subversión. Conocíamos con temible certeza el riesgo que
suponía padecerlo. Evidentemente ellos debían garantizar a toda costa el éxito
del Campeonato Interplanetario.
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